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martes, 11 de octubre de 2016
CARLOS Y LA SEÑORITA
CARLOS Y LA SEÑORITA
Iba caminando, por aquel parque
en el lago las barcas mecían y acunaban
a sus huéspedes, con una intención
afianzar el amor de los enamorados
enamorar a los no enamorados.
Se sentó en un banco a meditar, observar, conclusionar,
si es que esta palabra existe, que no tengo ni idea,
pero el caso es que me gusta.
evidentemente podría informarme sobre la susodicha,
pero sinceramente
son mas de las cuatro de la madrugada, y no me apetece
a fin de cuentas me levante solo por el impulso de escribir,
retomando la historia.
Así se encontraba Carlos,
en ese trance tan enriquecedor,
el trance de la observación,
cuando se percata de la escena,
¡upss! , exclama, podría ser reflejo de un espejo, si no fuera
porque el protagonista cambia sustancialmente.
Llamándole poderosamente la atención,
Carlos fija su observación, un solo objetivo,
la señorita del banco de enfrente,
agudizando su mirada, intentando cruzar entrelazar
con la de aquella señorita
¡zasss! ocurre, el instante es indescriptible.
Carlos, y la señorita, se desnudan
entrelazando su mirada
se levantan acortando distancias
despacio, disparando información
están cerca muy cerca
unen sus manos,
juntan sus labios
suavemente entrelazan su lengua,
y queda sellado, su amor.
.
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